
ESTRAFALARIOS Y COMUNES – Hablemos de Reggaeton (ft. Doctora Perreo)
Por: Luisa Moscoso
Luisa Fernanda Espinal investiga el fenómeno cultural y social en el que se ha ido convirtiendo con los años el reguetón, específicamente el perreo, en una ciudad como Medellín, epicentro de grandes artistas y productores del género. Luisa, psicóloga e investigadora conocida como la “Doctora Perreo”, se convirtió en la primera persona en estudiar este baile desde una perspectiva académica. Conversamos con ella sobre el género y sus códigos sociales.
¿Cómo nace tu interés en estudiar el reggaeton de manera académica?
Siempre me ha gustado el reguetón, pero llegué a él para pensarlo académicamente por varias razones. Una, porque siempre me han interesado los estudios de género. Me encanta el reguetón, pero obviamente tenía la contradicción que tenemos muchas mujeres que estudiamos género y feminismo: lo escuchamos, pero decimos es fuerte. Empecé a prestarle más atención a las letras de unas artistas específicas, como Becky G y Karol G, y notaba como un discurso lírico distinto, que hoy se exalta mucho, como si fuera la canción del consentimiento. Después comencé a darme cuenta de que dentro del reggaeton lo menos estudiado era su baile y finalmente decidí irme por ahí
¿Cómo definirías tú el perreo?
Es más que un baile de una canción; es un acontecimiento donde tú dispones tu identidad y tu forma de comportarte para vivir una experiencia donde rigen el placer y el cuerpo. Es decir, no es lo mismo bailar reguetón que perrear. Al perrear, uno se prepara para vivir un momento con condiciones físicas y simbólicas específicas. Si el lugar es muy abierto o muy iluminado, o si ponen otros géneros musicales, uno no va a perrear igual. También tiene códigos o prácticas eróticas que se dan durante el perreo y que comunican. Por ejemplo, cada parte del cuerpo que se involucra significa algo.
¿Qué crees que hace que Medellín se haya convertido en la capital del perreo?
Hay muchas razones. Una es la importancia que ha tenido Medellín a nivel de la historia musical de Colombia; aquí han quedado, pues, las principales discografías. Entonces, eso hace que esta ciudad tenga gran facilidad para meterse en la industria cultural, del entretenimiento y de la música. Además, otra de mis hipótesis —porque eso es difícil decirlo con certeza— es que esta ciudad ha sido muy conservadora. En territorios donde hay gran vigilancia sobre la moralidad y, en particular, sobre la moralidad de las mujeres, las propuestas culturales que son disruptivas, que permiten salirse de eso, cobran demasiada fuerza. Entonces, por ejemplo, Medellín es una de las ciudades donde más fuerte llegó el feminismo, justamente por eso.
¿Y cómo se vive esa dualidad entre la moralidad conservadora y el perreo en la ciudad?
Yo pensaba inicialmente que la mayoría de mujeres iban a ser muy mente abierta, pero no tanto. Es como ‘sí, yo perreo así, pero si no está mi novio o mi familia’. Sienten y describen mucha una vigilancia sobre su moralidad, pero en el perreo encuentran la oportunidad de sacarse esa carga de encima. Entonces, por eso siento que en Medellín se perrea así, vivimos en medio de una sociedad que vigila mucho la moralidad y la sexualidad de las mujeres, y el baile es esa oportunidad para redefinir la identidad y expresarse. Algo que es vital.
¿Qué diferencias observas en cómo distintas generaciones viven esta experiencia?
Las personas más jóvenes, de 18 a 22 años, tienen mayor flexibilidad para moverse en los roles. En el perreo, históricamente, se han construido dos roles: un rol femenino y un rol masculino. El rol femenino es el de quien siente el erotismo, quien seduce; el rol masculino es el de quien recibe esa seducción y reacciona. Tradicionalmente, las mujeres han estado en el rol femenino y los hombres en el rol masculino. Mientras más jóvenes son, he notado que tienen más facilidad para jugar a hacer transiciones en los roles. Dos mujeres pueden perrear juntas, una adelante y otra atrás, y cada una asume seriamente su rol. También he visto hombres que se ubican en roles femeninos y perrean seriamente. Sin embargo, no he visto dos amigos hombres heterosexuales perreando entre ellos.
Con respecto a las mujeres en el reguetón, ¿qué impacto crees que ha tenido su entrada en este género?
Es cierto que, al principio, el reguetón era dominado por hombres, pero ahora hay cada vez más espacio para que las mujeres narren su propia sexualidad. Sin embargo, esto genera incomodidad en algunas personas porque las mujeres en el reguetón hablan de sexualidad de una manera muy directa, como lo hacían los hombres. En el reguetón, la sexualidad se muestra como una potencia y un capital. Tanto hombres como mujeres en el reguetón usan este lenguaje directo; nadie parece necesitar nada de nadie, y presentan una imagen de autosuficiencia. El reguetón habla de la sexualidad como pura potencia, donde lo que duele se transforma en fuerza. Cuando esto viene de una mujer, puede causar más rechazo. Sin embargo, cada vez existe más diversidad en la industria, por ejemplo, Villano Antillano, Tokischa, que es superdisruptiva, Karol G, muy icónica y esto me parece brutal.
Recomendaciones de la Dra. Perreo
Si buscas una gran experiencia sonora: Perro Negro.
Para los que disfrutan de los clásicos: Brutal, en la 70.
Perreo al 100%: Gato por Liebre en Bello y Nebula House en Manrique.
Este artículo pertenece a la edición Nª12 de nuestra revista

